Si fuera a caer ahora, no sabría de que sostenerme.
Si fuera a volar mañana, no tendría asegurado un rumbo.
Si fuese a enamorarme un día, no sabría como hacerlo.
Si me dicen que me aman, definitivamente no tendría respuesta.
A veces me pregunto como llegué a sentirme así, a actuar de esta manera tan alejada de los afectos.
Me aislo, me vuelvo sola. Y es que disfruto muchas veces la soledad, pero ser solitaria es agobiante.
A veces me hundo en lo más profundo de mi ser y voy tan hondo que no sé como volver, y me vuelvo tan superficial como la misma piel. Pero esta superficialidad no tiene poros, no respira ni transpira, es rígida, pesada. No asimila, no recibe ni da nada.
Es como una roca dura suspendida en el aire en algún lugar, perdida, donde ni el viento ni el agua la erosionan, la modifican.
Se vuelve una carga insoportable y es entonces cuando por fin se destruye.
domingo, 9 de mayo de 2010
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