viernes, 6 de noviembre de 2009

el día

Días vibrantes desde el amanecer hasta el ocaso.
Soles brillantes que nos dan la luz que necesitamos hoy y ahora.
Nubes que amansan los colores para que podamos observar la maravilla de algunos grises.
Noche naciente para que descubramos en la oscuridad aquello que más tememos, aquello que muchas veces no queremos ver.
Días aburridos, quietos.
Atardeceres lentos, sin naranjas ni azules.
Estrellas dormidas que no guían ni titilan en la inmensidad.
Aroma a lluvia. Humedad que moja esos viejos recuerdos que a veces duelen pero que siempre están.
Incertidumbre pasajera que ahoga y da libertad.
Sueños rotos sin luna para que los ilumine.
Miedos abrazadores, de esos que callan el alma.
Un paisaje a veces inmóvil.
Una bocacalle inquieta. Idas y venidas de personas deseosas que buscan sin buscar.
Y ahí…puedo estar yo y también podés estar vos. Y tal vez ese día nos encontremos. O tal vez ese día el destino, el azar, la casualidad y la causalidad no estén de nuestro lado.

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