miércoles, 20 de enero de 2010

su vuelo, el mío

Me gusta el vuelo de las libélulas.
Me gusta como logran cambiar de rumbo una y otra vez de una manera despreocupada.
Ellas van y vienen, suben y bajan, y podría parecer que no saben bien a donde van, tal vez así sea. Pero parecen disfrutar de la simple existencia.
Me gusta identificarme con su vuelo. Me gustaría poder sentir lo que ellas en ese bello vuelo que se asemeja a una danza.
Como me pregunto a donde van también me pregunto a donde voy.
No quiero un rumbo fijo. No me gustan las estructuras, las cosas fijas ni predeterminadas. Me gusta la sorpresa, la variedad y la flexibilidad.
Me gustan los cambios, la transmutación y transformación de los seres y las cosas.
Me gusta no ser igual que ayer y me gusta la intriga de cómo seré mañana.
Me gusta preguntarme y cuestionarme. Tal vez las libélulas no se cuestionen nada y quizás tampoco sepan lo que su vuelo me enseña y me hace desear.
Deseo volar como ellas. Deseo poder cambiar de rumbo infinitas veces. Deseo no ser igual a ayer. Deseo que los instantes me transformen. Y lo que más deseo es nunca sentir miedo de volar como las libélulas.
Realmente me gusta el vuelo de las libélulas.