lunes, 28 de diciembre de 2009

miedo...

Tengo miedo hoy.
Tuve miedo ayer.
Pero mañana no quiero tenerlo.

Hoy quiero que las cosas cambien. Hoy quiero dejar de pagar mis karmas.
Solo quiero lo que sé me merezco.
Me cansé…me cansé de darle vueltas a las cosas que no tienen otro fin que el que alguien les prefijó.
Si hay algo que aprendí es que no soy maga, aunque a veces, muchas veces, quisiera serlo.
Por qué todo tiene que ser más complicado de lo que en realidad es. Por qué todo tiene que tener un nombre, una categoría o diferenciarse de otras cosas ¿Por qué?
A mi me gusta sonreír y no que me pregunten de que te reís…porque la respuesta es siempre la misma…no me río, sonrío!
Yo le sonrío a la vida por su simple existencia. Yo le sonrío a la gente por su simple existencia y sonrío por mi simple existencia…
¿Cuándo fue que esto empezó a ser tan complicado?
Yo no busco respuestas y menos preguntas, solo quiero ser…. ¿tan difícil es eso?
Para mí no lo es… ¿por qué se empeñan en que así sea?
¿Tanto temen?

otro final…

Para mí todo nuevo comienzo surge de algo que terminó o cambió…me gusta pensar la evolución así…
La transmutación está presente a cada instante en cada ser, solo hay que tener el coraje de seguir ese camino. Yo sé que por momentos lo tengo y en otros no…
A veces me gustaría tener la fortaleza de un árbol y erguirme firme ante todo, pero por otro lado valoro mucho al junco que como también dice la canción se dobla pero siempre sigue en pie, ellos acompañan cada movimiento, van y vienen con lo externo, pero no pierden su esencia.
Tanto árboles como juncos tienen cosas en común, la que más me gusta es su fortaleza. Unos son más duros, se mantienen más erguidos, los otros se mimetizan más con el contexto, pero ambos evolucionan al ritmo necesario para su subsistencia. Son artistas de la supervivencia, pero sobre todo de la vivencia.
Ellos no dejan nada librado al azar, aunque este quiera abatirlos de vez en cuando. Son libres por naturaleza. Cada uno a su modo busca y toma lo que necesita. Son tan leales a sí mismos que toman sin preguntar porque saben que en su existencia no van a dañar a nadie.
Ello esparcen la vida por doquier…no piden permiso. Lo primordial para ellos es dar vida, es crecer, es ser y estar.
En su ruidoso silencio nos narran historias ancestrales que ni podemos oír. Pero ellos jamás se callan. Ellos hablan, narran, cuentan y cantan. Y solo la naturaleza escucha.
Siempre están sonrientes y alegres, parecen niños. Danzan con el viento de un lado a otro. Juegan a la escondida, se abrazan. Así son los árboles y juncos.
Los días de viento aprovechan a mimarse, a tocarse entre sí, y envían sus semillas más allá de su vista, como jugando, para ser y hacer más.
Ellos no conocen el egoísmo…solo crecen y juegan. Les gusta volar entregados a una divertida ráfaga de viento sabiendo que si ésta se enoja un trozo de sí perderán. Pero su fortaleza no les impide dejar de jugar.
Ellos saben confiar. Ellos saben dejarse ser.
Tanto árboles como juncos comparten su fortaleza. Y aunque cada uno sea cada cual, comparten en alma y esencia su existencia. Su hermosa existencia. O en otras palabras la tierra misma.
A veces dudo si podré ser como ellos, aunque trato de no pensar en ello, puede ahogarme un poco o bastante. Sé que puedo ser libre, por momento. Sé que puedo danzar, a veces. Sé que quiero crecer, ser y estar, pero por momentos no sé como.
Aunque no los envidio realmente deseo ser como ellos. Quiero si fortaleza, su seguridad, su flexibilidad…
Este año que empieza quiero de a poco comenzar a ser como ellos…vos que querés para este nuevo año?